lunes, 21 de noviembre de 2016

Sensibilidad

Entre la música y yo
solo existe una fina capa de piel erizándose
por cada nota que la piel rasga,
entre los versos y mis curvas,
solo el sonido del movimiento de tu boca vocalizando la amargura,
qué dicen que la poesía es eso:
Cuando se pretende hacer algo bello
de la más profunda de las tristezas.

Y yo, amiga mía,
qué quieres que te diga,
soy un alma melancólica,
un ave herida que olvidó cómo volar,
a veces no soporto mi existencia,
y la soledad a ratos me sabe dulce
y a veces me asfixia.

Porque pasión es mi nombre,
acariciar almas, mi mayor afición,
desdoblar uno a uno los versos que llevo atados en la boca,
sobre unos labios sedientos que puedan saber valorarlos.

Creo en eso: en las miradas que tocan,
en lo que no dijimos, que realmente llegaron a decirlo todo,
en las esperas interminables,
en las noches traicioneras.

A veces lo reconozco: la carne pasional es débil,
la mía lo es,
ando perdida buscando palabras de afecto en todas partes,
pues ya, amiga mía,
en mi interior no me quedan.


Por eso te pido,
que cuando un segundo me dediques,
te des cuenta de lo que para mí significa,
y que cuando me lo arrebates sepas,
que el tiempo no pasa en esta habitación,
que me parto en dos
y que al sol le juro la guerra,
que no quiero saber nada más de nadie,
ni de nada, mucho menos de mí.

Que tu ausencia hace daño.

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