lunes, 31 de enero de 2011

¿Qué tal unos besos para picar?







"Podía hallar en aquellos labios una vida entera.
Cada surco en ellos mostraban los bajones, los nervios, el desenfreno, cada vez que se los había mordido para mantener la compostura.
La piel muerta que dejaron los besos marchitos y sin vida, aquellos besos de estrategia inigualable, pero sin sentimiento alguno, aquellos que le supieron a alcohol barato.
Por cada calada el humo se impregnaba en ellos y los besos había dejado una porción de su aroma en ellos y en su alma, y nunca más podrían borrarse.
Cicatrices ya invisibles, de odio, yagas que mostraban la lujuria de cientos de mordiscos apasionados que deseaban arrancarle la vida en ellos.
Todos estaba marcado en sus labios.

Ahora sabían a lágrimas, como últimamente.
Pero los que de verdad le sabían buenos, los que realmente necesitaba en aquel momento y siempre había necesitado eran los besos que nunca pudo dar, porque no fue el momento, por miedo o porque no fueron correspondidos.
Besos que no estaban sellados en sus labios pero que le pesaban enormemente en el alma con un significado especial.

Aquellos eran los buenos besos que ella siempre había deseado, los suyos, besos que le alimentaban la vida en cada sorbo, besos por los que daría la vida entera."

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